lunes, 4 de mayo de 2009

Acciones por la salud de México

Ahora dejenme contarles algunas acciones por la salud de México que vi que las personas a mi alrededor tomaron:

  • Niños jugando en la calle sin ninguna precaución o protección, ¿donde estaban sus padres?
  • Niños quitándose el tapaboca para contestar el celular en la calle.
  • Adultos sin tapaboca, o si lo traian parecen haber pensado que se usaba como un nuevo collar de moda.
  • Gente del D.F. saliendo de viaje a Acapulco o Cuernavaca a pasear como si fueran vacaciones, y quizá infectando a otros.
  • Una ejecutiva de un banco que se pinta de azul y blanco, quitándose el tapabocas "porque por más que se esfuerza no lo puede tener puesto"
  • El director de un Instituto de investigación de la UNAM suspendió labores, porque como virólogo, estaba consciente del riesgo. Pero varios de los investigadores, estudiantes, etc. hicieron caso omiso y siguieron laborando, y en algunos casos incluso viajando al D.F., ¿así como para contraer la infección y traérsela? Estoy consciente de que es imposible detener todas las labores, ciertos experimentos requieren de ser mantenidos, pero es posible reducir el personal al máximo; después de todo hay que ser responsables por nuestra salud y la de los demás.
  • En el mismo instituto, ordenes de no suspender labores los días 4 y 5 de mayo emitidas por la Secretaria General, mientras el director invitaba a no asistir a laborar los mismo días para cuidar su salud ¿Qué pasa, por qué la información contradictoria?
  • Algunos de los mejores estudiantes de México, quienes están empapados de los riesgos biológicos que la situación acarrea, discutiendo si las ordenes del presidente son para buscar una nueva forma de robar al pueblo. Es cierto que el gobierno no ha hecho mucho por ganarse la confianza del pueblo, pero no se necesita ser experto epidemiólogo para saber los riesgos tanto de salud como económicos si no se aplica una "dictadura sanitaria" (como lo definiría en su tiempo el Dr. Kumate)
  • Y muchos otros que en otro momento les platicaré.
Esas son las grandes acciones de la gente por nuestra salud. Aún me sorprende como esta epidemia no se disemino más. Sabemos que el problema no es si habrá una pandemia, la pregunta es cuando será. Esperemos que el gobierno entienda con este susto la importancia del avance científico en México, así como que nosotros, los científicos, nos pongamos las pilas y nos apliquemos en unir nuestros conocimientos para un bien común. Después de todo, porque tenemos que mandar a Estados Unidos las muestras de sangre para la identificación del tipo de influenza si tenemos un Instituto Nacional de Medicina Genómica y un Instituto Nacional de Salud Publica, ¿qué extraño, no?

domingo, 3 de mayo de 2009

Oraciones por la salud de México

Un par de oraciones que me pidió de favor mi madre hacer publicas ante la situación que estamos viviendo:

Señor Jesús, líbranos de esta epidemia que amenaza al mundo.
Sé que no lo merecemos, pero ten piedad de nosotros.
Tú eres un Padre bueno, y un padre siempre quiere lo mejor para sus hijos; ten piedad Señor.
Te ofendemos a cada minuto, te negamos a cada instante, no merecemos Tu bondad y Tu nos la das siempre.
Señor que las oraciones del mundo que está sufriendo lleguen hasta Ti y nos veas con ojos de misericordia.
Señor ten piedad de nosotros, te lo pedimos por Tu Santa y Purísima Madre la siempre virgen María de Guadalupe, madre de todos los mexicanos, ya que este país es el más azotado.
Amén.

Santísima Virgen María de Guadalupe, te rogamos la cura a esta epidemia que nos invade.
No tememos porque recordamos siempre tus palabras: "¿Qué te preocupa, acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?"
Nosotros, todos los mexicanos, hijos tuyos, que te adoramos desde tu prodigiosa aparición en 1531 y a quienes adoptaste como tus hijos predilectos, te pedimos, te rogamos, des la salud a todo nuestro querido México y al mundo entero.
Amén.

Silvia González Fonseca
Mayo 2, 2009

Nota aclaratoria para la gente que parece ignorar mis creencias. Soy ateo, sin embargo, respetuoso de las creencias de los demás. Por otra parte, durante estos complejos días fui el primero en dar la voz de alerta al interior de la Licenciatura en Ciencias Genómicas y del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, advirtiendo, con información de muy buena fuente de la situación, y contestando los diversos mensajes que algunos estudiantes, en su infinita inmadurez, enviaron convirtiendo una crisis de salud en una situación política y mediática. En fin, vi muy contados correos de estudiantes haciendo algo para apoyar la situación y concientizar, y varios tergiversando la información. Pero bueno, en lo personal al menos ayude a desmentir los absurdos correos que llegaron al interior de un centro de investigación; algo muy difícil de comprender si partimos del hecho que estas personas están lo suficientemente preparadas para no ser tan ignorantes como el resto de las personas que no están tan preparadas ni conocen tanto del tema. Pero bueno, así es la vida :)

jueves, 19 de febrero de 2009

De narcisistas está lleno el mundo

Sigmund Freud definió por primera vez en 1914 el rasgo de personalidad que denominó narcisismo.

La tragedia mitológica de Narciso inicia con su concepción fruto de la violencia sexual, cuando el dios-río Cefiso rapta y viola a la náyade Liriope engendrando a un joven de cautivadora belleza. Cuando Tiresias, el adivino ciego de la ciudad de Tebas, es cuestionado sobre si Narciso tendrá una larga vida, éste contestó: "Sí, siempre y cuando nunca se conozca a sí mismo". A lo largo de su vida, Narciso despertaría grandes pasiones en mortales y dioses, hombres y mujeres; pasiones a las cuales nunca corresponde por su incapacidad para amar. En una ocasión, Narciso es tentado por Afrodita a contemplar su imagen reflejada en la superficie del agua, la fascinación que Narciso siente por sí mismo es tal que queda subyugado por su propia imagen, retrayéndose así de toda relación amorosa con otros. En otra versión, Narciso además se retrae de atender aun sus propias necesidades básicas tal que su cuerpo se consume hasta convertirse en la flor narciso, una flor tan hermosa como maloliente.

Así, la mitología recuenta con fidelidad las características de la personalidad narcisista. Si bien existe en las fases tempranas de la vida de todo individuo un par de etapas narcisistas que son necesarias para su sano desarrollo, también existe el narcisismo patológico que emerge cuando se presenta el abuso; entendiendo por abuso el rechazo a reconocer las fronteras del individuo. Esto es, cuando el individuo pierde conexión con sus propias fronteras y se adentra más allá en la búsqueda de la autosatisfacción sin importar si con ello transgrede las fronteras de los demás. Así, la represión, la sobreprotección excesiva y las altas expectativas son conductas tan abusivas como el maltrato físico, psicológico o sexual.

Pero, ¿por qué estoy hablando de narcisistas? Bien, si el lector aun no se ha percatado, estamos rodeados de ellos; peor aun estos son, en gran medida, los individuos que detentan el poder en distintas formas.

Los narcisistas exhiben una altísima autoestima y socialmente parecen personas muy seguras; sin embargo, en realidad poseen autoestimas muy frágiles, lo que hace que sean muy sensibles a la crítica y posean una baja tolerancia a la frustación. Razón por la cual la crítica puede llegar a obsesionarles generando en ellos sentimientos de vacío y frustración. En el aspecto social también fracasan, si los demás los buscan es sólo porque los ven como fuente de gratificación, devolviendoles así la verdadera imagen de sí mismos la cual les atormenta. El narcisista constantemente necesita mirarse en el espejo de los demás para saber quien es, pero al descubrir su propia realidad es tal su pavor que se ve en la necesidad de esconder su verdadera imagen mediante crearse una imagen sobrevalorada a nivel patológico de sí mismo, dando origen a patrones de conducta de grandiosidad con una inagotable sed de admiración y adulación. Por esto, el narcisista suele elegir profesiones que le proporcionen notoriedad social, estatus, reconocimiento y hasta fama. Ya que la carencia de una autentica valía de sí mismos es lo que más les atormenta. El origen de esta conducta patológica radica en el dolor del niño por saber que sus padres no lo amaron por sí mismo sino por las cualidades que vieron en él (atractivo físico, capacidad intelectual, talento artístico, etc.). Esto impone en el niño una falsa estima dándole la impresión que es superior a los demás, que no hace daño, que puede tratar a los demás sin respeto y que no habrá consecuencias a su comportamiento cruel y destructivo.

Las personas sanas, inteligentes o más valiosas corren un importante riesgo al toparse con un narcisista. Dado que ellas pueden percatarse del ardid del narcisista, y hasta ponerlo en evidencia, representan una amenaza para la falsa imagen en la que sustentan su autoestima. Así, el narcisista exhibe un comportamiento manipulador hacia estas personas, y cuando la manipulación no surte efecto pueden llegar hasta a perseguirlas o hacerlas víctimas de la temible ira narcisista. En la ira narcisista, el narcisista encausa todas sus energías en destruir al sujeto que lo evidenció para así eliminar el peligro de ser desenmascarado. En el fondo de la personalidad del narcisista su móvil es su miedo a enfrentar su realidad, a enfrentarse a sí mismo y aceptarse como es, algo que ni sus propios padres pudieron hacer. Sin embargo, cuando el objetivo de la ira narcisista logra alejarse de su alcance dañino, el narcisista tiene que buscar otro objetivo, y, de no encontrarlo, se verá solo y tendrá que, finalmente, enfrentarse a su propia realidad lo que lo llevará a un colapso sobre sí mismo y su eventual autodestrucción.

Aunque a lo largo de mi vida, como también seguramente a usted apreciable lector le ha pasado, me he topado con varios narcisistas, ninguno de los ejemplos que pueda mencionar serían tan claros como el siguiente texto escrito por Denise Dresser. Éste se los dejo como un ejercicio para que usted amable lector haga su propio diagnostico.

Carta abierta a Carlos Slim
Por Denise Dresser

Estimado ingeniero:

Le escribo este texto como ciudadana. Como consumidora. Como mexicana preocupada por el destino de mi país y por el papel que usted juega en su presente y en su futuro.

He leído con detenimiento las palabras que pronunció en el Foro “Qué Hacer Para Crecer” y he reflexionado sobre sus implicaciones. Su postura en torno a diversos temas me recordó aquella famosa frase atribuida al presidente de la compañía automotriz General Motors, quien dijo: “lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos”. Y creo que usted piensa algo similar: Lo que es bueno para Carlos Slim, para Telmex, para Telcel, para el Grupo Carso es bueno para México. Pero no es así. Usted se percibe como solución cuando se ha vuelto parte del problema; usted se percibe como estadista con la capacidad de diagnosticar los males del país cuando ha contribuido a producirlos; usted se ve como salvador indispensable cuando se ha convertido en bloqueador criticable. De allí las contradicciones, las lagunas y las distorsiones que plagaron su discurso y menciono las más notables.

- Usted dice que es necesario pasar de una sociedad urbana e industrial a una sociedad terciaria, de servicios, tecnológica, de conocimiento. Es cierto. Pero en México ese tránsito se vuelve difícil en la medida en la cual los costos de telecomunicaciones son tan altos, la telefonía es tan cara, la penetración de Internet de banda ancha es tan baja. Eso es el resultado del predominio que usted y sus empresas tienen en el mercado. En pocas palabras, en el discurso propone algo que en la práctica se dedica a obstaculizar.

- Usted subraya el imperativo de fomentar la productividad y la competencia, pero a lo largo de los años se ha amparado en los tribunales ante esfuerzos regulatorios que buscan precisamente eso. Aplaude la competencia, pero siempre y cuando no se promueva en su sector.

- Usted dice que no hay que preocuparse por el crecimiento del Producto Interno Bruto; que lo más importante es cuidar el empleo que personas como usted proveen. Pero es precisamente la falta de crecimiento económico lo que explica la baja generación de empleos en México desde hace años. Y la falta de crecimiento está directamente vinculada con la persistencia de prácticas anticompetitivas que personas como usted justifican.

- Usted manda el mensaje de que la inversión extranjera debe ser vista con temor, con ambivalencia. Dice que “las empresas modernas son los viejos ejércitos. Los ejércitos conquistaban territorios y cobraban tributos”. Dice que ojalá no entremos a una etapa de “Sell México” a los inversionistas extranjeros y cabildea para que no se permita la inversión extranjera en telefonía fija. Pero al mismo tiempo, usted como inversionista extranjero en Estados Unidos acaba de invertir millones de dólares en The New York Times, en las tiendas Saks, en Citigroup. Desde su perspectiva incongruente, la inversión extranjera se vale y debe ser aplaudida cuando usted la encabeza en otro país, pero debe ser rechazada en México.

- Usted reitera que “necesitamos ser competitivos en esta sociedad del conocimiento y necesitamos competencia; estoy de acuerdo con la competencia”. Pero al mismo tiempo, en días recientes ha manifestado su abierta oposición a un esfuerzo por fomentarla, descalificando, por ejemplo, el Plan de Interconexión que busca una cancha más pareja de juego.

- Usted dice que es indispensable impulsar a las pequeñas y medianas empresas, pero a la vez su empresa —Telmex— las somete a costos de telecomunicaciones que retrasan su crecimiento y expansión.

- Usted dice que la clase media se ha achicado, que “la gente no tiene ingreso”, que debe haber una mejor distribución del ingreso. El diagnóstico es correcto, pero sorprende la falta de entendimiento sobre cómo usted mismo contribuye a esa situación. El presidente de la Comisión Federal de Competencia lo explica con gran claridad: los consumidores gastan 40 por ciento más de los que deberían por la falta de competencia en sectores como las telecomunicaciones. Y el precio más alto lo pagan los pobres.

- Usted sugiere que las razones principales del rezago de México residen en el Gobierno: la ineficiencia de la burocracia gubernamental, la corrupción, la infraestructura inadecuada, la falta de acceso al financiamiento, el crimen, los monopolios públicos. Sin duda todo ello contribuye a la falta de competitividad. Pero los monopolios privados como el suyo también lo hacen.

- Usted habla de la necesidad de “revisar un modelo económico impuesto como dogma ideológico” que ha producido crecimiento mediocre. Pero precisamente ese modelo —de insuficiencia regulatoria y colusión gubernamental— es el que le ha permitido a personas como usted acumular la fortuna que tiene hoy, valuada en 59 mil millones de dólares. Desde su punto de vista el modelo está mal, pero no hay que cambiarlo en cuanto a su forma particular de acumular riqueza.

La revisión puntual de sus palabras y de su actuación durante más de una década revela entonces un serio problema: hay una brecha entre la percepción que usted tiene de sí mismo y el impacto nocivo de su actuación; hay una contradicción entre lo que propone y cómo actúa; padece una miopía que lo lleva a ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. Usted se ve como un gran hombre con grandes ideas que merecen ser escuchadas. Pero ése día ante los diputados, ante los senadores, ante la opinión pública usted no habló de las grandes inversiones que iba a hacer, de los fantásticos proyectos de infraestructura que iba a promover, del empleo que iba a crear, del compromiso social ante la crisis con el cual se iba a comprometer, de las características del nuevo modelo económico que prometería apoyar. En lugar de ello nos amenazó. Nos dijo —palabras más, palabras menos— que la situación económica se pondría peor y que ante ello nadie debía tocarlo, regularlo, cuestionarlo, obligarlo a competir. Y como al día siguiente el Gobierno publicó el Plan de Interconexión telefónica que buscaría hacerlo, usted en respuesta anunció que Telmex recortaría sus planes de inversión. Se mostró de cuerpo entero como alguien dispuesto a hacerle daño a México si no consigue lo que quiere, cuando quiere. Tuvo la oportunidad de crecer y en lugar de ello se encogió. Sin duda usted tiene derecho a promover sus intereses, pero el problema es que lo hace a costa del país. Tiene derecho a expresar sus ideas, pero dado su comportamiento, es difícil verlo como un actor altruista y desinteresado, que sólo busca el desarrollo de México. Usted sin duda posee un talento singular y loable: sabe cuándo, cómo y dónde invertir. Pero también despliega otra característica menos atractiva: sabe cuándo, cómo y dónde presionar y chantajear a los legisladores, a los reguladores, a los medios, a los jueces, a los periodistas, a la inteligencia de izquierda, a los que se dejan guiar por un nacionalismo mal entendido y por ello aceptan la expoliación de un mexicano porque —por lo menos— no es extranjero.

Probablemente usted va a descalificar esta carta de mil maneras, como descalifica las críticas de otros. Dirá que soy de las que envidia su fortuna, o tiene algún problema personal, o es una resentida. Pero no es así. Escribo con la molestia compartida por millones de mexicanos cansados de las cuentas exorbitantes que pagan; cansados de los contratos leoninos que firman; cansada de las rentas que transfieren; cansados de las empresas rapaces que padecen; cansada de los funcionarios que de vez en cuando critican a los monopolios pero hacen poco para desmantelarlos.

Escribo con tristeza, con frustración, con la desilusión que produce presenciar la conducta de alguien que podría ser mejor. Que podría dedicarse a innovar en vez de bloquear. Que podría competir exitosamente pero prefiere ampararse constantemente. Que podría darle mucho de vuelta al país pero opta por seguirlo ordeñando. Que podría convertirse en el filántropo más influyente pero insiste en ser el plutócrata más insensible. John F. Kennedy decía que las grandes crisis producen grandes hombres. Lástima que en este momento crítico para México, usted se empeña en demostrarnos que no aspira a serlo.

miércoles, 21 de enero de 2009

Amor más alla de la muerte: La Historia del Taj Mahal (Actualizado)

El Taj Mahal es un monumento Musulmán del siglo XVII, construido por el emperador Shah Jahan durante el dominio Mogol. Su mujer, la Begum Mumtaj Mahal, era de origen persa, y según cuenta la historia, fue la compañera inseparable del emperador Shah Jahan, quien tenía muy en cuenta su opinión en toda ocasión (la cual solía ser acertada).

Durante el segundo año de su reinado, la emperatriz enfermó de gravedad en el parto de su hijo número catorce.

Una noche, Shah Janah, abatido, se inclinó sobre la moribunda y le dijo con lágrimas en los ojos: ¿cómo puedo demostrarle al mundo cuánto te amo Mumtaj? Con voz débil, ella le respondió: "Constrúyeme una tumba que sea única y hermosa"...

¿Qué más podré hacer para decirte, mi querida Mumtaj, que nada llenará el vacío que me has dejado? ¿Qué puedo ofrecerle al tiempo para que vuelva a darme la oportunidad de decirte cuánto te amo?

De una manera u otra deberé atrapar la luna. Tengo que tomarla del cielo para poder decirle que he conocido a alguien más bella que ella, aunque la pierda como testigo de nuestras noche juntos...

Tú, Mumtaj, seguirás siendo mía ya que te llevo dentro de mí. Debo seguir diciéndote cuanto te extraño y debo hacerlo de una manera eterna. Con delicadeza, como tus besos. Con precisión, como tus abrazos. Con la simetría de nuestros cuerpos, tan unidos como el cielo sobre el mar.

Me has dado tu cuerpo muchas veces, me han dejado saberte de memoria: tu voz, tus ojos, la fuerza de tu útero, tus gritos de madre fuerte, de leona hasta el final.

Y ahora te tengo aquí, callada para siempre, a oscuras dentro de mi oscuridad y recordándome lo que siempre somos: pasajeros breves en un túnel de una sola salida, necesitados de perdurar en la memoria de alguien, intentando plasmar la inmortalidad de una perla que nadie posee... el Taj Majal.

Mi querida compañera de siempre, sólo me has dejado tu olor de mujer, repleto de jazmines, aromatizado de sándalo. Me encargaré de guardar el reflejo de tus ojos en bloques de malaquita, trozos de madre perla, lágrimas de lapislázuli, jade, coral, turquesa y amatista. Le robaré los colores a la naturaleza para construir tu imagen, ¡lo haré!...

Pediré que comiencen a guardar rayos de luna para que representen tu piel, la delicadeza de tus pasos. Así lo haré.

Nunca pensé que tu partida me doliera tanto, me tapo los oídos porque el viento sigue trayéndome tu canto y me tapo la boca porque no quiero que nadie me escuche llorar. Mi Mumtaj Mahal, mi Compañera de siempre, ¿cómo llenar tu ausencia? La llenaré dándole al mundo una pequeña muestra del inolvidable y gran amor que tú me has dado...

Para cumplir su promesa, a mediados del año 1632 el emperador hizo venir de todos los rincones de su imperio, y también de Irán y Turquía, a los mejores arquitectos y alarifes. Y cuando halló un proyecto que le parecía digno de la memoria de su Mumtaj ordenó su construcción.

Durante diez años, veinte mil obreros trabajaron en las obras del Taj Mahal. Se trajeron los materiales desde sitios lejanos (la malaquita de Sudáfrica, y el lapislázuli de Afganistán).

Toneladas de piedras de mármol fueron transportadas de Agra a través de la selva. Hoy se estima que fueron gastados cerca de dos billones de rupias en el mausoleo de Mumtaj Mahal y en los edificios, fuentes y jardines adyacentes.

Autor desconocido.
Publicado por el Dr. Roberto A. Bonomi.


Actualización: Felicitaciones a Pepetonito por haber sido el primero en identificar y reportar que las diapositivas que aparecen en esta entrada NO corresponden al Taj Majal. De hecho corresponden a la Mezquita Sheikh Zayed que es la tercer mezquita más grande del mundo y esta localizada en Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, y la segunda ciudad más importante despúes de Dubai. La mezquita recibe su nombre de Zayed Bin-Sultan Al Nahyan quien se encuentra enterrado en ella y fue fundador y primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos.

miércoles, 14 de enero de 2009

Historia de Veracruz

Recorrido a través de la historia, desde su fundación hasta tiempos contemporáneos, de la hermosa ciudad y puerto de Veracruz, México.

Historia de Veracruz
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martes, 13 de enero de 2009

“Plomo fundido” sobre la conciencia judía

Por León Rozitchner

Si nosotros nos revelamos incapaces de alcanzar una cohabitación y acuerdos con los árabes, entonces no habremos aprendido estrictamente nada durante nuestros dos mil años de sufrimientos y mereceremos todo lo que llegue a sucedernos.” Albert Einstein, carta a Weismann, 1929.

¿Recuerdan cuando hace dos mil años los judíos palestinos, nuestros antepasados en Massada sitiada, enfrentaron las legiones del Imperio romano y se suicidaron en masa para no rendirse? ¿Recuerdan la rebelión popular y nacional de nuestros macabeos contra la invasión romana, cuando murieron decenas de miles de judíos y se acabó la resistencia judía en Palestina y nos dispersamos otra vez por el mundo? ¿No piensan que esa misma dignidad extrema que nuestros antepasados tuvieron, de la que quizá ya no seamos dignos, es la que lleva a la resistencia de los palestinos que ocupan en el presente el lugar que antes, hace casi dos mil años, ocupamos nosotros como judíos? ¿No se inscribe en cambio esta masacre cometida por el Estado de Israel en la estela de la “solución final” occidental y cristiana de la cuestión judía? ¿Han perdido la memoria los judíos israelíes? No: sucede que se han convertido en neoliberales y se han cristianizado como sus perseguidores europeos, que, luego de exterminarlos, empujaron a los que quedaron vivos para que se fueran a vivir a Palestina con el terror del exterminio a cuestas.

El meollo de la actual tragedia está en la Shoá. Si la memoria de su pasado define el sentido histórico que marcó el “destino” del pueblo judío, donde se van hilando las cuentas de nuestro derrotero, y si el acto final en el que culmina ese destino convoca a los judíos israelíes a aniquilar la resistencia de otros pueblos inocentes, algo del sentido histórico ha desaparecido de la memoria de los israelíes. ¿Puede ser invocada la Shoá sin ser infieles a los desaparecidos, cuando al mismo tiempo el sentido completo de ese acontecimiento monstruoso ha quedado oscurecido? ¿Cómo podríamos “hacer memoria” si la construimos con los únicos recuerdos de nuestro pasado que los culpables europeos del genocidio nos autorizan? Es cierto: si los israelíes recuerdan todo, pierden a sus aliados. Porque la memoria de la Shoá que llevó al retorno a una tierra perdida hace mucho tiempo tendría que volver a ser pensada.

Lo primero a recordar: nuestros perseguidores históricos no fueron ni son los palestinos. Nuestros perseguidores estaban y siguen estando en las naciones de cultura europea que nos expulsaron y masacraron, y sin embargo son ellos los que siguen marcando el destino de todos nosotros, sobre todo de los judíos israelíes. ¿Será por eso que se busca olvidar a los verdaderos culpables de la Shoá? Los israelíes ya no se preguntan por el pasado bimilenario judío. Nunca los judíos, salvo excepciones, acusan del exterminio judío a la religión cristiana y a la economía capitalista que produjeron necesariamente la Shoá, como la conclusión de un silogismo que se venía desarrollando en Europa cristiana desde su mismo origen, como si el nazismo hubiera sido sólo un accidente sin antecedente en la historia europea y todo comenzara con Hitler. ¿No será que luego de la Shoá ustedes, los descendientes de los judíos europeos asimilados, se aliaron luego con los exterminadores en un pacto oscuro que el terror dictaba, y volvieron ahora todos, de cierta manera, a ser judeo–cristianos? Porque seamos honestos: el Tercer Reich se ha prolongado en el 4º Reich del Imperio norteamericano. Es claro: prefieren no saberlo porque el Estado de Israel está –nosotros los judíos latinoamericanos sí lo sabemos– al servicio del poder cristiano–imperial de los EE.UU. ¿O van a creerse que los EE.UU. y Europa combatieron al nazismo para salvar a los judíos? ¿Por qué ahora habrían de seguir persiguiéndolos si mantienen lo que tienen de judíos congelado sólo en lo arcaico religioso? Pero ¿no les dice nada pasar a ocupar ahora el lugar impiadoso, como brazo armado de los poderosos capitalistas cristianos, contra una población civil asediada y asesinada por osar defenderse contra la expropiación ilimitada de un territorio que debía ser compartido?

Recordemos. Karl Schmitt, filósofo católico del nazismo, había puesto de relieve lo que la hipocresía democrática ocultaba: la categorías políticas son todas ellas categorías teológicas. Es decir: la política occidental (democrática y capitalista) tiene su fundamento en la teología cristiana. Es notable: Schmitt coincide con lo que Marx joven decía en Sobre la cuestión judía: el fundamento cristiano del Estado germano se prolonga como premisa también en el Estado democrático.

Y si la política occidental al desnudarse muestra su fundamento teológico oculto, sin el cual no hubiera habido capitalismo, entonces toda política de Estado capitalista era antijudía, porque ése era el escollo que el cristianismo había encontrado para consolidarse como religión universal. No contra los judíos cristianizados que, como ustedes en Israel, apoyan esa política, es cierto. Ustedes tienen de cristianos, sin saberlo, lo que ocultan en su propia memoria al ocultar que la Shoá como “solución final” fue un exterminio teológico (cristiano) político europeo. Schmitt la tenía clara. Lo que el sutil filósofo alemán católico necesitaba activar, en momentos de peligro extremo para el cristianismo y el capitalismo frente a la amenaza de la Revolución Rusa y las rebeliones socialistas, era el fundamento cristiano escondido en la política: el odio visceral y alucinado religioso antijudío para que en Europa reverdeciera con toda intensidad el fundamento grabado durante siglos en el imaginario popular cristiano. Y con ese vigor arcaico reverdecido pudieran enfrentar la amenaza revolucionaria del judeo–marxismo.

Por eso, frente a la apariencia liberal de la política democrática como una relación “amigo-amigo”, el fundamento de la política nazi extremaba las categorías de “amigo–enemigo” que Schmitt vuelve a poner de relieve en el “estado de excepción” como la verdad oculta de la democracia: el único enemigo histórico cuando entra en crisis el fundamento social europeo son nuevamente los judíos. En 1933, frente a la amenaza del socialismo tildado quizá con cierta razón de judío, resurgía para muchos europeos todo su pasado y encontraban en los judíos el fundamento más profundo de lo más temido para su concepción cristiana: las premisas judías de un materialismo consagrado, no meramente físico cartesiano como la economía capitalista requería. Por eso Schmitt vuelve a desnudar las categorías fundantes adormecidas que la teología católica mantenía vivas: volvía al fundamento religioso de la política cristiana del Estado democrático para enfrentar el peligro del “comunismo ateo y judío”.

Sucede que en ese momento los judíos laicos formaban parte de la creatividad moderna que en Europa alimentó el pensamiento político y científico: eran rebeldes todavía, no como tantos de ahora, y por eso Marx de joven pensaba que los judíos, una vez superada su etapa religiosa y se hicieran laicos prolongando la esencia judía más allá de lo religioso, podrían pasar a formar parte activa de la liberación humana.

Y cuando al fin los europeos creían haber logrado en el siglo XIX la universalización del cristiano–capitalismo que se expandía colonizando a sangre y fuego el mundo, aparece otra vez el materialismo judaico como premisa del socialismo, que no es físicamente metafísico sino que parte de la Naturaleza como fundamento de la vida del espíritu humano. Tiemblan entonces en Europa los fundamentos cristianos de la política y de la economía: un nuevo fantasma la recorre y se manifiesta en una teoría judía revolucionaria. De lo cual resulta que en momentos de crisis Hitler sólo representó, en términos estrictamente religiosos, culturales y políticos, el temor de toda la cultura occidental ante los comunistas y los judíos como los máximos enemigos de ambos, ahora renovados: del capitalismo y del cristianismo. El racismo de los nazis –esa “teozoología política”– no es más que el espiritualismo cristiano secularizado que el Estado nazi consagró laicamente en las pulsiones de los cuerpos arios.

Una vez aniquilados los millones de judíos –como luego fueron arrasando y aniquilando con la misma consigna a millones de soviéticos “judeo-comunistas”– el impacto aterrorizante de la “solución final” hizo que los judíos casi nunca, salvo muy pocos, se atrevieran a señalar a los verdaderos culpables del genocidio (como pasó entre nosotros con los genocidas). Con la derrota de los nazis como únicos culpables –según cuenta la historia de los vencedores– desapareció en Europa la historia de los pogromos y las persecuciones cristianas medievales y modernas que nos aterraron durante siglos: la de los franceses tanto como la de los italianos, los españoles, los polacos y los rusos mismos. Sólo los nazis alemanes fueron antijudíos.

Los judíos cristianizados por el terror del cristiano-capitalismo en Europa luego de la Shoá buscaron su “hogar” fuera de Europa: se instalaron en Palestina, como si el reloj de la historia, ahora teológica, se hubiera detenido hacía dos mil años. No se dieron cuenta de que la mayoría de los judíos que volvían a Israel no eran como nuestros antepasados que se habían ido: los descendientes de los defensores de Massada o de los macabeos. Buber, Gershon Scholem y tantos otros sí lo recordaban. Nadie quería que nos volviera a pasar otra vez lo mismo, es cierto; pero en vez de enfrentar y denunciar a los verdaderos culpables del genocidio –que ahora nos apoyaban para que nos fuéramos para siempre de Europa y termináramos nosotros mismos la etapa final democrática de la “solución final” judía que ellos comenzaron– los israelíes terminaron sometiendo a los palestinos como los romanos, los europeos y los nazis lo hicieron antes con nosotros. Pero primero tuvieron que vencer la resistencia de nuestros pioneros socialistas.

Los israelíes, apoyados ahora por el Imperio cristiano–capitalista que los había perseguido, crearon también en Israel un Estado teológico, pero la “parte” secularizada dentro de ese Estado judío siguió siendo la del Estado cristiano. Volvieron como judíos para culminar en Israel la cristianización comenzada en Europa: mitad judíos eternos en lo religioso, mitad cristianos secularizados en lo político y en lo económico. Por eso ahora en Israel el Estado mantiene la economía neoliberal capitalista y cristiana sostenida por los religiosos judíos sedentarios, detenidos en el tiempo arcaico de su rumiar imaginario. Y por el otro lado los iraelíes son neoliberales en la política y en la economía y en la ciencia “neutral”, cuyas premisas iluministas son cristianas. Mitad judíos en el sentimiento, mitad cristianos en el pensamiento.

Y por eso quieren que todos, también aquí y ahora, seamos como ellos: judeo-cristianos como el rabino Bermann, avalado por el cardenal Bergoglio, o judíos–laicos como Aguinis, neoliberal letrado avalado por el obispo Laguna. O como los directivos de la AMIA, que tienen la potestad de determinar si soy o no judío. Si soy judío “progresista” y no me secularicé como cristiano, entonces no soy judío, no podré aspirar a ser enterrado en un cementerio comunitario porque me faltaría la parte cristiana de mi ser judío. Pero judíos–judíos, esos que prolongan en lo que hacen o piensan los valores culturales judíos, quedan al parecer muy pocos, aunque sean muchos los que leen hebreo o reciten kaddish en la tumba de sus padres. Todos están aureolados con la coronita del cristiano-capitalismo que al fin los ha vencido por el terror cristiano luego de dos mil años de resistencia empecinada: convertidos ahora al “judeo-cristianismo”.

Por eso la creación del Hogar Judío en Palestina tiene un doble sentido: la “solución final” europea tuvo éxito, logró su objetivo, el cristianismo europeo se desembarazó de los judíos y muchos de los que se salvaron se fueron de Europa casi agradecidos, sin querer recordar por qué se iban y quiénes los habían exterminado. La Europa cristiana y democrática se había sacado el milenario peso judío de encima. Pero mis padres, que llegaron a las colonias judías de Entre Ríos, sí lo sabían.

Todos los judíos estamos pagando esta inmerecida transacción, ese “olvido” del Estado de Israel, al que seguramente se habrían negado los defensores del Ghetto de Varsovia, que murieron, ellos sí, sabiendo quiénes eran los responsables políticos, económicos y religiosos –estaban a la vista–- como los millones de judíos europeos que murieron en los campos de exterminio. Los judíos que vinieron luego, esos que estamos viendo, no quisieron ni pensar a fondo en los culpables: se unieron a los poderosos y saludaron alborozados que el socialismo stalinista antisemita se derrumbara arrastrando al olvido al mismo tiempo, como si fuera lo mismo, la memoria de los pioneros judíos revolucionarios asesinados por Stalin. Por eso sus sueños mesiánicos dependen ahora únicamente de los cristianos y del capitalismo para poder realizarse. Sólo tenían que hacer una cosa: permutar al enemigo verdadero por un enemigo falso.

Estamos pagando muy cara esta conversión judía. Los israelíes, ya vencidos en lo más entrañable que tenían de judíos históricos, se han transformado en la punta de lanza del capitalismo cristiano que los armó hasta los dientes para enfrentar el mayor y nuevo peligro que tiene el cristianismo: los mil millones de musulmanes que pueblan el mundo. Pero ni los musulmanes ni los palestinos fueron los culpables de la Shoá: los culpables del genocidio son ahora sus amigos, que los mandan al frente.

Y aquí cierra la ecuación política amigo-enemigo de Karl Schmitt. Antes, hasta la Segunda Guerra Mundial, el fundamento teológico de la política era “amigo/cristiano–enemigo/judío”. Ahora que los judíos vencidos se cristianizaron como Estado teológico neoliberal la ecuación es otra: “amigo/judeocristiano–enemigo/musulmán”. ¿Este es el lamentable destino que Jehová nos reservaba a los judíos? Porque de lo que hacen ustedes en Israel depende también el destino de todos nosotros.

Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/117692-37474-2009-01-04.html